viernes, 27 de marzo de 2009

Historia de la Filosofía



INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA.

Pretendemos con este material un cierto conocimiento de la historia del pensamiento occidental.

El pensamiento de la humanidad, a través de los siglos, tiene su propia historia; como cada uno tiene su historia personal, que es la historia de su vida. También su manera de pensar evoluciona con los años: va cambiando el modo y contenidos del pensar, desde los cinco años a los dieciocho, pasando por las diversas etapas de los 8, los 12, los 15…Cada uno tiene la historia de su propio pensar.

Pero al pensar de cada uno, lo mismo que el pensamiento de la humanidad, no está en la luna, sino en la tierra, en el mundo, está enraizado en una serie de acontecimientos que han tenido lugar en su vida: su casa, su familia, la profesión de su padre, las costumbres, el colegio, los profesores, el nivel económico, el nivel social, las condiciones políticas, etc. Lo mismo ocurre con el pensamiento occidental europeo: todo pensar está encarnado en una época concreta de la historia.

¿QUE ES HISTORIA DE LA FILOSOFÍA?

Por ahora nos basta saber que la filosofía no es un cúmulo de opiniones de gente que va pensando a su manera, sino que es el esfuerzo del hombre por alcanzar la verdad. Cada filósofo es hijo de los anteriores, recoge el pensamiento anterior y hace posible el pensamiento siguiente. No es un conjunto de datos, sino una concatenación de ideas en busca de la verdad.

La verdad está siempre en el horizonte de la historia de la filosofía. Todos los filósofos se plantean los grandes interrogantes del hombre: Dios, el alma, el mundo, la naturaleza de las cosas, el conocimiento… Los filósofos creyentes han conjugado la filosofía y la teología, la razón y la fe… Pero siempre en busca de la verdad.

Por eso la historia de la filosofía es filosofía, es búsqueda de a verdad, es la filosofía propiamente dicha; no es simple exposición, sino búsqueda del verdadero planteamiento, del porqué y de los porqués, de la verdad. En Filosofía no hay ninguna verdad dogmática, todo es discutible; lo que no son discutibles son los hechos históricos, aunque sean objeto de distintas interpretaciones. No se puede separar hoy el pensamiento de los adelantos tecnológicos.

Entendida así la historia de la filosofía no genera escepticismo, sino que genera confianza en la razón del hombre que quiere encontrar la verdad. Cada pensador ha ido poniendo su granito de verdad y todos confluyen hacia la Verdad plena. Por eso la historia de la filosofía no nos ofrece pensadores aislados sino que nos ofrece un constante caminar hacia la verdad. El pensamiento de cada uno no muere, sino que es recogido por los siguientes y todos juntos van construyendo el edificio humano, van haciendo el camino que conduce a la verdad: ésta no es poseída de manera absoluta por ninguno, pero todos la buscan y cada uno posee ya su parte de la verdad.

Así considerada, cada época hace posible la siguiente; gracias a que un sistema cae, puede surgir otro. Cada sistema es una visión parcial de la verdad. Así, no hay lugar:

- ni para el escepticismo (la verdad se va logrando);
- ni para el dogmatismo (nadie tiene el monopolio de la verdad).


La verdad se conquista gradualmente y ello nos obliga a ser críticos con todos. Todos estamos llamados a ser filósofos, a buscar la verdad con espíritu crítico.

Tenemos que hacer viva la historia pasada, hacer vivo el pensamiento anterior de otros tiempos, pero que de alguna manera continúa en el presente: “La Historia de la Filosofía ha de ocuparse de lo que no envejece, de lo presente y vivo”.

En el siguiente articulo, hablaremos de cómo entenderla.

jueves, 26 de marzo de 2009

Capitalismo


La ética protestante y el espíritu del capitalismo es, sin duda la obra más célebre de Max Weber (1864-1920) Escrita en 1904/1905 y revisada en 1919/1920, representa un audaz esfuerzo tanto para matizar las tesis materialistas de Marx sobre las relación entre la religión y la economía como para poner en cuestión la presunta univocidad de lo racional . Desde que se publicara por primera vez, se convirtió rápidamente en uno de los textos más controvertidos y sugerentes de la sociología de la religión.

Empecemos definiendo con algo más de exactitud de lo que es habitual. Un acto capitalista de economía ha de ser para nosotros un acto que descansa en la expectativa de ganancia mediante el aprovechamiento de las oportunidades de intercambio; un acto que descansa, pues en perspectivas de lucro (formalmente) pacíficas. El lucro (formal y actualmente) violento sigue sus propias leyes, y no es conveniente (aunque tampoco es posible prohibirlo) ponerlo bajo una misma categoría con la actuación basada (en última instancia) en las oportunidades de ganancia mediante el intercambio. Donde se aspira racionalmente al lucro capitalista, la actuación correspondiente se basa en el cálculo de capital. Es decir: la actuación está integrada de tal modo en un uso planificado de prestaciones objetivas o personales como medios de adquisición que en el cálculo final el rendimiento de la operación individual en la posesión de bienes con valor monetario (calculado en forma de balance) o el valor estimativo de la posesión de bienes con valor monetario de una empresa continuada (calculado de forma periódica en forma de balance) ha de superar ( en el caso de de la empresa duradera: ha de superar una y otra vez) al capital, es decir, al valor estimativo en forma de balance de los medios objetivos de adquisición empleados para el lucro mediante el intercambio.



Ahora bien, Occidente ha producido una cantidad de significado y (lo que es la causa de ello) tipos, formas y direcciones de capitalismo que jamás han existido en otros lugares. En todo el mundo ha habido comerciantes: comerciantes al por mayor y comerciantes detallistas, comerciantes locales y comerciantes con el extranjero; ha habido empresas de préstamo de todo tipo, ha habido bancos con funciones sumamente diversas, pero en lo fundamental similares a las de nuestro siglo XVI; los préstamos navales, las consignaciones y los negocios y asociaciones de tipo consignatario han estado muy extendidos, también en forma de empresa. Allí donde existieron finanzas monetarias de las corporaciones públicas, apareció alguien que pusiera dinero (en Babilonia, Grecia, la India, China, Roma): para la financiación sobre todo de las guerras y de la piratería, para suministros y construcciones de todo tipo, en la política de ultramar como empresarios coloniales, como compradores y administradores de plantaciones con esclavos o con trabajadores forzados directa o indirectamente, para arrendar terrenos, ocupar cargos y (sobre todo) cobrar impuestos, para financiar a jefes de partidos con vistas a elecciones y a condottieri con vistas a las guerras civiles, y finalmente: como <<especuladores>> siempre que se daba la oportunidad de ganar dinero. Esta clase de figuras empresariales ( los aventureros capitalistas) la ha habido en todo el mundo. Con excepción del comercio y de los negocios de crédito y de banca, sus oportunidades o eran de carácter puramente irracional especulativo o se basaban en el lucro mediante la violencia, sobre todo mediante la rapiña actual-guerrera o crónico-fiscal (explotación de los súbditos).



El capitalismo de los fundadores, el de los grandes especuladores, o el capitalismo colonial, el moderno capitalismo financiero ya en la paz y especialmente todo capitalismo basado específicamente en la guerra siguen llevando con frecuencia este sello en el presente occidental.



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