martes, 14 de abril de 2009

JÚPITER, EL GIGANTE.



Júpiter el gigante, tiene un diámetro de 142.700 kilómetros, lo que le convierte en el planeta mayor del Sistema Solar. La Gran Mancha Roja con unos 40.000 kilómetros de longitud y 14.000 de anchura, tiene una superficie equivalente a la de la Tierra.



Después de Venus, y visto desde la Tierra, es Júpiter el planeta más brillante; su resplandor, de tono gris nacarado, supera claramente el de todas las estrellas. Hay que añadir que si Venus luce con más fulgor, es por la sencilla razón de su cercanía, ya que puede aproximarse a 40 millones de kilómetros, mientras que Jupiter nunca está a menos de 628. Por otra parte, se trata del gigante del sistema planetario, pues no en vano es mayor que el resto de los planetas juntos, y concretamente 1.310 veces más voluminoso que nuestra Tierra. Puede observarse durante unos nueves meses al año, y solo cuando está en conjunto con el Sol resulta difícilmente visible.


Contemplando por medio de un telescopio, nos muestra un disco enorme, achatado por los polos -más que la Tierra - cruzado por bandas de nubes, alternativamente claras y oscuras, y rodeado por sus cuatro más brillantes satélites. En su ecuador vemos una ancha zona clara, flanqueada por dos bandas oscuras - bandas ecuatoriales - ; luego vienen las zonas claras y bandas oscuras tropicales, y les siguen, hacia latitudes medias, otras fajas claras y bandas oscuras, más difíciles de distinguir.


Los polos son de color gris indefinido. Esta disposición de fajas alternadas en la atmósfera de Júpiter tiene indudablemente que ver con su rápido movimiento de rotación: el enorme planteta gira sobre su eje en nueve horas cincuenta minutos. Esta rotación no es uniforme en todas las latitudes, ya que resulta un poco más rápida en el ecuador, y más lenta en las zonas templadas; con ello se produce un sistema de distorsión que no solo explica la distribución de las nubes en bandas, sino la formación de zonas de turbulencia, con choques de masas gaseosas, torbellinos, desgarrones, etc. Las tempestades de Júpiter son de una magnitud como no podemos imaginar en la Tierra, ligadas, además, a intensísimas perturbaciones electromagnéticas. Ultimamente se han descubierto en el planeta gigante destellos instantáneos, comparables, aunque a escala muy diferente, a los relámpagos terrestres.


Entre las formaciones de la atmósfera de Júpiter destaca, en la zona tropical sur, la Gran Mancha Roja, enorme óvalo de alrededor de cuarenta mil kilómetros de longitud por unos catorce mil de anchura, que en ocasiones observamos con un color ocre impresionante.











En otros tiempos se la imaginaba como el reflejo de un inmenso volcán; hoy se sabe que es un fenómeno atmosférico, una tempestad en torbellino de extraordinaria virulencia, pero aún no se conoce bien su origen concreto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En el dichoso planeta metía yo a más de uno, el primero al Batu.
Yeaaar.