lunes, 27 de abril de 2009

Viento africano. Rumor profundo de soledad agitada. En lo alto del camino árido.



¡Oh, el cielo baja
como una losa de tumba!
El corazón cautivo se desprende y suena, alma adentro...

¿Ese hombre del camino
me extiende su mano?
¿Es que ve, como yo, el peligro infinito?
¿Es que está alto su cielo y me lleva a su cielo?
Cierro los ojos. ¿La mano me guía
por un inverosímil corredor estrecho?
¿Mis hombros no rozan las paredes oscuras?
¿Es esto silencio...?
Elévase el cielo.
Otra vez sobre la tierra
el viejo azul se ha abierto...
¡Es que yo era el espacio
y no sabía serlo...!

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